Uh: vaya lío, los amigos de mis amigas son mis amigos


¿Acaso hay intereses de por medio a la hora de apoyar a un pueblo en su lucha por la democracia? No, o eso nos dicen, pero algo huele a chamusquina en el mundo árabe.
Primero empezó una revuelta popular contra Ben Ali en Túnez. Un líder pro-occidental en un régimen democrático en la teoría, pero una plutocracia (gobierno de los ladrones) en la práctica, con un presidente en el poder desde hacía décadas.
Dentro de lo que cabe, una revuelta pacífica y Occidente ni se inmutó.
Luego comenzó otra revuelta contra Mubarak, otro líder pro-occidental, en Egipto. Como sabéis, el pueblo egipcio quería democracia y ya no fue tan pacífico como Túnez. Occidente se puso esta vez un poco nervioso, y como los que ríen aunque el chiste no haga gracia, solo por el saber-estar, nos congratulamos todos de que por fin, Egipto y ahora también Túnez tuviesen revueltas democráticas.
El saber-estar que se confunde con el saber-callar.
Marruecos y Argelia con manifestaciones, Jordania y Palestina gritando contra líderes que gobiernan mal, Irak sin comentarios, y aquí callamos todos, al fin y al cabo, son sólo un puñado de exaltados.
Las Revueltas en mayúsculas se están viviendo ahora en Yemen, Bahréin y Libia. Tres casos muy dispares entre sí que hay que recordar.
En Libia hay un líder psicópata que fue el mayor grano en el culo que han tenido los EE UU y mundo occidental. Gadafi, un hedonista bipolar, que malamente fue comparado como un Che Guevara árabe, está detrás de actos terroristas contra intereses “capitalistas” extranjeros.
Que el pueblo libio, machacado desde… desde siempre, para qué nos vamos a engañar, se levante ahora contagiado por sus vecinos contra el dictador es la mejor manera para que Occidente consiga un país amigo, democrático y que casualidad, con petróleo.
Por ello, como Fuenteovejuna, todo el Consejo de la ONU se ha alzado militarmente contra Gadafi. Si el fin es humanitario es legítimo, es la responsabilidad de este organismo, pero cabe preguntarse qué pasa con los otros dos países, Yemen y Bahréin que continúan con sus revueltas.
En Bahréin, incluso las propias fuerzas de Arabia Saudí entraron en la capital para acallar a los manifestantes que continuamente se movilizaban en la Plaza de la Perla pacíficamente para pedir democracia. ¿Acallas la voz de tu pueblo con un ejército exterior? Eso es doblemente ilegal en derecho internacional. Pero ahora todos los países árabes petroleros del Golfo Pérsico son amigos de Occidente y Bahréin es un país pequeñito. Mejor nos callamos.
Saber-estar, saber-callar.
No obstante, no todos los países árabes son petroleros, de hecho, el último país amigo, Yemen, es el más pobre y olvidado de entre los países árabes. Aún así los pobres y los olvidados yemeníes también tienen derecho a vivir en democracia y por ello protestan con todas sus ganas –pacíficamente- y son reprimidos con la misma brutalidad armada que, pensemos con quién lo podemos comparar…, ¿con Gadafi?
En resumen, que esto es un lío: Libia dictadura enemiga, ataco. Yemen dictadura pobre, me callo. Bahréin dictadura amiga y rica, me callo todavía más.
La comunidad occidental, perdón, internacional, debería aplicar las mismas reglas a todo el mundo y no permitir ningún Gadafi más porque aunque nos den la mano cuando nos conviene, la tienen llena de oro negro y mancha.

No hay comentarios: