Mientras no se globalice todo...


¿Sabíais lo que es un datáfono?
Es el aparato que usan los dependientes y prestadores de servicios en el punto de venta para que el cliente pueda pagar mediante una tarjeta de crédito. Constantemente estamos pasando la tarjeta por datáfonos y olvidándonos de si tenemos suelto o no.
Conversación real en la cola de una caja en un punto de venta:
A: Pero, ¿en serio que tengo que firmar? El banco me ha dicho que con esta nueva tarjeta ya no era necesario firmar ningún ticket…
B: Depende del datáfono, señora. Algunos les basta con el chip, pero otros nos obligan a comprobar los deneíes y pedir la firma, como siempre.
A: Siempre nos mienten y nos marean los bancos con sus inventos…
B: Ya… yo la entiendo, pero mientras que no se “globalice” tendremos que convivir con los dos sistemas. Lo siento.
Y así es la percepción de la realidad por parte de la sociedad actual. ¿Querría decir la dependienta “generalizar” en vez de “globalizar”? Seguramente hubiese tenido un lapsus, pero no iba muy desencaminada.
Hoy en día todos los productos están expandidos por todo el ancho del planeta. Cada vez más hay una sola sociedad de consumo, con todos sus pros y todos sus contras.
Lo más increíble de este proceso globalizador es que ha sido tan corto que para muchos aún no tiene un significado desarrollado en su lenguaje diario. Lo que está claro es que está ahí y que es unidireccional.
Se han globalizado los datáfonos, el cine y google, la política y la economía, el calentamiento global y la lucha contra la pobreza, se ha globalizado Zara y al-Qaida. Hoy en día, todo es global e incluso nuestra propia existencia en el mundo.
Sólo basta alzar la vista y ver la etiqueta de diez objetos que haya alrededor, darles la vuelta y ver su etiquetado, su marco CE y su procedencia. Globalizado y transnacional. Tus pantalones han sido diseñados en algún país europeo, con capital americano, con materia prima africana y mano de obra asiática.
Tus noticias diarias globalizadas, tu facebook globalizado, tu concepción del mundo globalizada y tu futuro también globalizado.
Ante este panorama –para muchos desolador- hay que saber hacerle frente y sacarle provecho.
Somos ya casi 7 mil millones de ciudadanos que vivimos en red y en interdependencia unos de otros. Cada una de las partes en este juego ha de beneficiarse de la forma más justa de un intercambio comercial sin fronteras, donde no se pueda frenar únicamente los productos, sino tampoco las ideas. Un mundo global sin fronteras donde tengamos la información de qué pasa al otro lado y donde, por supuesto, nos incumba.
En este mundo tal como vivimos ya en la segunda década del S XXI, no hay que quedarse llorando al pensar eso de “Todo tiempo pasado fue mejor.” La globalización ha de mejorar la forma de pagar con tarjetas de crédito, los derechos, el bienestar y tu vida también.

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