Los supersónicos y nuestra visión de futuro


Casi tienen 50 años y Los Supersónicos ya han dejado huella a varias generaciones de niños. Hanna-Barbera son inconfundibles por el trazo de sus dibujos y por siempre jugar con el factor tiempo para ambientar la imaginación de los chavalines en otros lugares.
En el caso de nuestros amigos Supersónicos, la trama tiene lugar en 2063 y el futuro es, como siempre que nos lo imaginamos, bastante bizarro.
Siempre se creyó que en el año 2000 íbamos a tener coches voladores, y francamente, una década más tarde seguimos sin poder volar para ir al trabajo, pero sí que podemos volar para ir en casi cualquier momento a casi cualquier lugar del planeta. También tenemos internet y vivimos en la era de la información; algo completamente inimaginable hace más de 15 años.
Es curioso cómo es la vida en el futuro según los guionistas de Hanna-Barbera. Es utópico, positivo y divertido. Una maravilla para el aprendizaje y entretenimiento de los niños.
Todo es automático y la robótica forma parte del día a día de la gente. No se imaginaban en su día lo maravilloso que es hoy la informática, pero para ellos todo es digital y todos los inventos son manuales. Con grandes botones, todo sea dicho, como eran en la década de los 60’s.
Hacían ejercicio de dedos y tenían pasillos mecánicos en la propia casa, en las aceras o en los despachos para no caminar. Sus coches sí que volaban y con razón, porque viendo la proyección vertical de la vivienda en la década en que nacieron los dibujos se creía que en el futuro las casas seguirían siendo unifamiliares (como es el modelo anglosajón) pero colgantes sobre las nubes.
La productividad era tan eficiente, que únicamente trabajaban tres horas, tres días a la semana.
Vagos o con calidad de vida. Todo depende del prisma en que se analicen los Supersónicos, pero desde luego eran muy felices y daban ese mensaje a los niños: el futuro será mejor y viviremos todos en paz.
Repetimos que iniciaron su emisión en 1962 y acertarían en la existencia de vídeoconferencias, pero desde luego, se equivocaban en la idea del papel que jugaría la mujer en el futuro. Las amas de casa seguían sin trabajar y seguiría siendo el varón el que traía el pan a casa, en un modelo familiar tradicional.
Lo mejor de todo es que los dibujos no eran patrióticos a pesar de que se hiciesen en plena Guerra Fría. Maravillosos años 60’s… De hecho, a partir de la 1973 y la crisis del petróleo cambia la visión global del mundo, y nos volvemos pesimistas.
Pasamos de la visión de vida futura de los Supersónicos a tener una supuesta conciencia de los problemas globales: habrá guerras, hambre, sobrepoblación, contaminación, no habrá recursos energéticos y un largo etcétera.
Bien deberíamos mantener la idea utópica de un mundo mejor de la familia Supersónica y pensar cómo llegar a un escenario donde las preocupaciones sean sólo triviales, donde haya recursos para todos y donde, en definitiva, todos y todas podamos ser felices.
Si nuestro presidente, por ejemplo, no se hubiese olvidado de estos dibujos animados de su infancia, hubiese sabido que una de las mejores maneras de alcanzar este status es invertir más en robótica, domótica e I+D. Asignaturas pendientes de inversión en nuestro país, en el que tenemos capital humano y mano de obra más que suficiente para dar el salto, co-liderar un proyecto europeo de gran calibre y poder hacer un poco de frente al Extremo Oriente.
Menos mal que tenemos a los japoneses. Estos sí que no se perdían ni un sólo capítulo de la serie.

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