Paraíso caribeño

El paraíso está en el Caribe. No es Santo Domingo, ni Cancún, ni tan siquiera la isla de Jamaica para los más hedonistas. Es el pequeño estado de Saint Kitts-Nevis, o para los quijotinos, San Cristóbal y Nieves.
Este pequeño país, no es sólo un paraíso por su ubicación, su clima, su cultura caribeña, sino porque es el espejo de la riqueza media mundial.
Es curioso, pero la renta media de Saint Kitts-Nevis coincide con la renta per cápita media del planeta Tierra, es decir, un sancristobaleño podría representar al humano medio en poder adquisitivo a día de hoy con 15.000 $/anuales.
Bastante inferior a las economías más avanzadas y ligeramente por encima de los países en vías de desarrollo (o para que nos hagamos a una idea, en el ránking mundial justo entre la europea Lituania y el desarrollado Uruguay) es una economía reflejo del progreso y la cohesión.
Este pequeño archipiélago, formado obviamente por Saint Kitts y por Nevis, es también joven ya que únicamente es independiente desde 1983, y desde aquel entonces supo dar el salto de una economía colonizada basada en el monocultivo azucarero a una economía abierta al mundo, fomentando el turismo tan en auge en la zona estas últimas décadas. Turismo que ha sido sostenible y que no ha hecho otra cosa, sino que recibir inversión extranjera directa en la pre-globalización hasta hoy.
Saint Kitts ya es un país maduro y actualmente están en su última fase económica, que es diversificar los servicios de las islas que ya representan más del 70% de su PIB.
Sus 40.000 habitantes a estas alturas ya disfrutan de un Índice de Desarrollo Humano alto (0,821 sobre 1) y todo sea dicho, salvo temporadas de huracanes, que es el problema climatológico de estas latitudes, su calidad de vida se ve reforzada por unas temperaturas paradisíacas. ¿Qué más queremos?
Saint Kitts, de esta manera, nos ofrece un doble ejemplo valorable. Por un lado, muestra como los que antaño eran llamados países en vías de desarrollo y ex-colonias europeas, hoy son países (y democracias libres) avanzados. Por otro lado es un ejemplo esperanzador para todo el mundo: la riqueza del planeta es inabarcable.
En realidad sí que es abarcable, pero desde luego se viene abajo la premisa de que hay demasiada población en la Tierra para toda la riqueza económica que se puede generar, y que por lo tanto siempre habrá países pobres.
Si sumamos todo el PIB planetario y lo repartimos entre los más de 6 mil millones de ciudadanos que vivimos en 2010 en todos los continentes, podríamos vivir como un habitante de Saint Kitts, con una calidad de vida óptima y un programa económico desarrollado.
Todos sabemos que las diferencias económicas entre Occidente y el Tercer Mundo siguen siendo extremas, pero cada vez más la brecha se está cerrando y la riqueza confluye a todos los países en vías de desarrollo en este sistema globalizado. Otro reto será conseguir que si todos consumimos con el mismo ritmo de riqueza que tiene un sancristobaleño, los recursos físicos y naturales den para los 6 mil millones, pero sabemos ya a ciencia cierta que los recursos financieros y monetarios sí que son suficientes, ya no sólo para ofrecer una vida digna a cada uno de nosotros, sino un bienestar tan deseado como el del llamado Primer Mundo.
Tiempo al tiempo o si no que se lo digan a las diferentes generaciones que hoy habitan el que quiero pensar que es ya un paraíso utópico al otro lado del Atlántico.

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