Todos menos los inmigrantes


Ante la ley, mi derecho es tu derecho, mi derecho es tu obligación, tu derecho es mi obligación.
La relación directa entre derechos y obligaciones no ha hecho otra cosa sino estecharse con el progreso y avance de los años. Ambas son consecuencia de la responsabilidad de toda la ciudadanía.
Somos personas físicas y jurídicas cada vez más maduras en un sistema que no es así porque sí, es así porque ha evolucionado y crecido como el buen saber humano le ha dejado. Esto es aplicable a la legislación, la economía, la ciencia, el consumo o la educación. Esta evolución es lo que se conoce como progreso y es, como decimos, una evolución y no una involución.
Ha habido, pues, una evolución de la sociedad a favor de todos y cada uno de tus derechos de los que puedes disfrutar en relación directa al grado de responsabilidad que tienes con tus semejantes, que todo sea dicho, es altísima.
Se oyen quejas. Sin quejas no habría esta evolución. Quejémonos, pero sin amargarnos, ya que a veces se nos olvida hasta dónde hemos llegado o hasta dónde nos han traído.
Hoy en día se oye que el papel de la mujer se ve ninguneado por un machismo primitivo y que la violencia de género es el peor de los males. Es cierto que aún hemos heredado un machismo ibérico de Cro-Magnon, pero ya nos hemos hecho suficientes lavativas y hoy la mujer goza de los mismos derechos o más, en el caso de iniciativas de discriminación positiva, que el hombre. Progreso es avanzar dentro de casa para garantizar, por ejemplo, legal y económicamente la maternidad, pero nuestros ojos se han de dirigir allá –fuera de casa- donde la mujer aún no ha llegado a nuestro nivel de progreso.
Hoy se dice también que la juventud está puteada en la peor generación perdida de Ni-Ni’s. Decir esto en un país con una tasa de alfabetización del 99% es un insulto. Afirmar esto cuando toma el relevo del país la primera generación formada en el sistema de educación público, universal y gratuito es otra incoherencia. Queremos alcanzar la luna sin tan siquiera tomar impulso y nos olvidamos de la generación de nuestros padres que no tuvieron ni la mitad de lo que tenemos nosotros, y que –dad todos por hecho- lucharon como fieras para darnos estos privilegios.
También dicen que la clase trabajadora sufre la primera involución de derechos. Pues que digan en dónde se plasma una limitación de derechos. Quizás sea que toca responsabilidad, que toca remangarse y transitoriamente reorientar la economía. Facilitar el despido, rebajar el salario a funcionarios, trabajar hasta los 67 son obligaciones colectivas para seguir disfrutando de los derechos laborales y del bien común, que no han dejado de aumentar desde el primer sindicato hasta hoy.
Nos limitan los derechos privados y políticos. Vale. Gracias a la tecnología el activismo del individuo puede aumentar exponencialmente. Un muerto y un ciberataque acaban de llevar a Túnez a una transición democrática. Estamos más vigilados todos, los ciudadanos anónimos y también la delincuencia, que no ha dejado de reducirse las últimas décadas, todo sea dicho. Tu propiedad privada está más garantizada que nunca, tu intimidad también, y hay que enfatizar aquí un “a pesar” de la tecnología. Pero esto, una vez más, son las obligaciones que tenemos que soportar para tener derecho a la seguridad, a la comunicación, a la integridad.
Y así todo: Contaminación y derechos medioambientales que no existían hasta la contaminación. Derechos del niño. Derechos de lesbianas y gays. Derecho para practicar tu religión. Derecho para disfrutar de tu cuerpo, de tu mente. Derecho a hablar y a callar. Derecho al aire limpio en un espacio público. Derecho a comprar y derecho a escribir todo esto.
Hablábamos de la obligación con el semejante. No le quitemos la ciudadanía a aquéllos que sí que han visto reducidos sus derechos y no nos quejemos por quejarnos sin mirar hacia atrás. Sin mirar hacia adelante.
El inmigrante en Occidente tiene muchas obligaciones y hay sectores que buscan una involución de sus derechos: criminalizar su situación, prohibir su religión, no permitiendo que las mujeres escojan su atuendo, no dejándoles votar, no dejándoles trabajar, pidiéndoles la documentación por su color de piel y mandándoles guardar cola en la fila de al lado.
Si quieres progreso, arrima el hombro.

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